Entonces las luces pasaban rápidas, todas rojas como manzanas en el árbol, solo que esta vez yo quería que fueran verdes. Sí, eran rápidas, increiblemente velocez y sin sentido, pero yo las veía formando un arcoiris uniformemente colorado e increiblemente lento que hacía que el tiempo fuera eterno; y así, una tras otra todas saturadas y reventadas se reflejaban en mis ojos, recordándome a cada minuto que yo no quería que fueran rojas, sino verdes.
1 comentario:
De repente son buenas las luces rojas
No todo tiene que ser frenético
·
Hakuna matata es como hay que vivir
Eso
Chau
Publicar un comentario